EDUARDO ARROYO: Madrid 1937, es un pintor español de estilo figurativo, clave de la Figuración Narrativa Europea. Refugiado en París desde 1958, por causa de su antifranquismo. En España se reconoció su obra a partir de los años 80. Actualmente sus obras cuelgan en los museos más reputados de arte moderno españoles y extranjeros y su creatividad incluye las escenografías teatrales y los libros.
Fotos de Eduardo Arroyo.
VIDA Y OBRA:
Nació en Madrid, con raíces leonesas, por parte de madre. Su padre murió cuando él contaba con 6 años. Tras finalizar la carrera de periodismo (1957), se trasladó a París, huyendo del ambiente asfixiante del franquismo.
Simultaneó la escritura con la pintura, pero ya en 1960 vivía de la pintura en el París del barrio de Montparnasse.
Eduardo Arroyo: «Yo creo que la pintura sin literatura no es nada, al igual que la literatura sin la pintura». (www.abc.es Entrevista de Adrián Mateos).
Su primer impacto público se produjo en 1963 al presentar en la III Bienal de París el políptico de los «Cuatro dictadores», una serie de efigies que mostraban como peleles a los cuatro dictadores del momento: Franco, Salazar, Hitler y Mussolini. Este cuadro provocó las protestas del gobierno español. Ese mismo año preparó una exposición en Madrid, en la galería Biosca, sin su presencia, que fue censurada y cerrada a los pocos días.
Los cuatro dictadores. 1963. Museo Reina Sofía de Madrid.
En 1964 participó en la Muestra «Mitologías diarias», fundadora del movimiento de la figuración narrativa en el Museo de Arte Moderno de París.
En 1965 presentó junto a Gilles Aillaud y Recalcati el políptico «Vivir y dejar morir o el fin trágico de Marcel Duchamp», hoy día conservado en el Museo Reina Sofía de Madrid, que constituye el manifiesto de este movimiento de figuración narrativa. Son 8 piezas que van narrando la detención, el interrogatorio, el asesinato y el entierro de Duchamp, y en medio van apareciendo algunas de sus obras clave, como la famosa fuente, la mujer descendiendo una escalera y el gran vidrio. Reivindican la acción de la autoría colectiva frente al individualismo dominante de la época y el sentido de los lenguajes de la vanguardia. Fue un escándalo en la vida intelectual francesa. Arroyo rechazaba la devoción incondicional por algunos vanguardistas (Marcel Duchamp, Joan Miró) ya que lo consideraba impuesto por modas. Es doblemente rebelde, ya que desmitifica a los grandes maestros y defiende el papel del mercado como protector y termómetro del arte, frente a lo sufragado por el dinero público.
Vivir y dejar morir o el fin trágico de Marcel Duchamp. 1965. En el Museo Reina Sofía de Madrid.
La opción figurativa de Arroyo tardó en ser aceptada en París. Su primera clientela más o menos estable fue italiana; gracias a sus ventas en Italia pudo subsistir en Francia. Todo en una época en la que dominaba la abstracción.
Arroyo realiza una pintura que analiza y critica la realidad política española del último franquismo, Con su particular ironía, busca el escándalo como una forma de técnica artística, todo bajo una primera visión placentera, casi infantil, que le dan sus tintas planas y su dibujo de borde duro. Sin embargo su obra tiene una fuerte carga crítica sobre la sociedad y sus comportamientos.
Arroyo ridiculiza y «reinterpreta» los tópicos españoles con toques surrealistas. Como por ejemplo en el lienzo «caballero español» que lo retrata con un vestido de noche (1970).
Caballero español. 1970.
En 1974 Arroyo es expulsado de España por el régimen, y recuperaría su pasaporte en 1976, tras la muerte de Franco.
La primera etapa se cierra con la monumental «Ronda de Noche» (1975), pastiche y reconstrucción del cuadro de Rembrandt, con el que quiere analizar y denunciar las relaciones entre arte y poder.
Ronda de Noche con Eduardo Arroyo en la foto. 1975.
Sin embargo su despegue en España se demoró hasta los años 80. En el 82 se le otorgó el Premio Nacional de Artes Plásticas de España. Ese mismo año El Pompidou de París le dedicó una retrospectiva.
Su actividad como escenógrafo arrancó con el cineasta Klaus Grüber y uno de sus hitos fue en 1982 con «La vida es sueño» de Calderón de la Barca, bajo dirección de José Luis Gómez.
En el 2000, El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte le concedió la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes.
Sigue en activo, viviendo entre París y Madrid con su característica comicidad crítica, sea en sus óleos, esculturas, dibujos, collages o fotografías. Sus personajes metafóricos más conocidos son Ulises, el deshollinador, boxeadores, toreros y sus temas recurrentes como el cine, el comunismo, las mujeres castizas españolas etc.
A sus 80 años. Eduardo Arroyo: » Yo quiero seguir hasta la última pincelada. Lo que me pregunto es en qué estado se encontrará el último cuadro que voy a pintar». (www.abc.es Entrevista de Adrián Mateos).
Vanitas.
Carlos Gardel. 1991.
Vanitas. 1991.
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